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miércoles, 10 de abril de 2019

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Ha pasado tanto tiempo que no dejaba algunas palabras en este viejo diario, pero en estos días sucedió algo que no quería dejar de escribir.
Mi país está pasando por una situación económica crítica. Nada funciona, los negocios cierran, las empresas dan pérdida y despiden gente, la inflación no para, los argentinos se refugian en el dólar y éste se va por las nubes...todo mal.
En este contexto, hace seis meses me quedé sin trabajo. Los días han ido pasando y cada vez me tengo que ajustar más. He intentado recomponerme pero aún no lo he logrado.
En todo este lío y sombrío panorama me he fijado en qué posibilidades tengo. Pues bien, ya se sabe que he publicado en forma independiente algunos libros, por lo que tengo muchos ejemplares impresos en mi casa. Hace unos días decidí llenar un bolso con mis libros y dirigirme al centro de nuestra capital, pensaba venderlos en forma directa a los transeúntes...
Me senté frente al obelisco con dos libros en la mano y miré a los que pasaban indiferentes, pasaron cientos y cientos, sin que yo me animara a ofrecerles mis libros. Después de una hora me dije que no volvería a mi casa sin haberlo intentado por lo menos una vez.
Dos parejas de adultos se encontraban sacándose fotos con el obelisco como fondo, se los veía muy felices. Me dije: les podría ofrecer mis libros a ellos. Esperé el momento, y cuando terminaron con sus fotos pasaron por mi lado, levanté los libros y les dije si les interesaba adquirirlos. Apenas si me miraron sin responderme.
No hay caso, no sobreviviría en la calle como vendedor...y mucho menos sabiendo que cuando ofrezco mi libro estoy ofreciendo mi corazón y mi vida. Cada rechazo puede ser devastador para mi espíritu.
No dejo de confiar en que mi Dios suplirá todas las cosas que me faltan, pero debo reconocer que mi autoestima ha bajado considerablemente en estos días.

jueves, 1 de septiembre de 2016

In memoriam: Alberto Eurard

Serás inolvidable para muchos de nosotros querido Alberto.
Este es uno de esos momentos en el que a uno lo abrigan un sinfín de sensaciones. La partida de alguien con el que compartimos algún momento de nuestras vidas siempre nos deja la sensación de vacío y de que irremediablemente algo en nosotros también se muere. Porque en definitiva, ese es el destino inevitable de todos: el de que algún día tendremos que dejar este mundo terrenal.
Pero también me abraza la esperanza. Porque vos Alberto, allá hace tiempo, conociste el camino del Señor y decidiste servirlo durante toda tu vida. Vi tu faceta de obrero aprobado hace tiempo, y aunque no te conocí en tu lado pastoral, puedo ver que tu obra dejó una huella, por lo que no tengo ninguna duda que hiciste bien lo que Dios te mandó.
Qué decir del recuerdo que me enternece.Te conocí en aquellos tiempos cuando eras un creyente firme en la iglesia de mi barrio y yo daba mis primeros pasos como recién convertido. Nos hicimos amigos rápidamente, porque de distintas maneras los dos ayudábamos en la obra. Me detengo, revuelvo en las arenas del tiempo y me viene tu imagen ¡Siempre sonreías! Y mirá vos, que ahora cuando me pongo a revisar tus últimas fotos encuentro que siempre mantuviste la sonrisa.
Fueron muchas las cosas compartidas en aquellos años, ahora lejanos y pintados de gris nostalgia en mi memoria. Me acuerdo que, aparte de esforzarte en la obra, también tenías tu responsabilidad dándole tus horas semanales al trabajo de manejar un transporte. Y me sorprendió varias veces encontrarte un sábado a la noche en un cumple de 15 o casamiento, porque yo hacía mis horas extras filmando y vos como mozo contratado, ya que los dos teníamos una familia grande que atender y un solo trabajo no alcanzaba para parar la olla.
Conocí en el mismo tiempo a tu maravillosa familia: a Zulema tu compañera, a tus hijos Diego, Patricia y Ezequiel, con el que últimamente nos vimos un poquito más. Me doy cuenta que diste buenos frutos Alberto, porque también tuviste la bendición de ver crecer a tus nietos. Ojalá sientan pronto el consuelo divino.
Y ahora, ante esta noticia de tu partida, esa lágrima que quiere asomar en mis ojos busca una explicación, y me pregunta por qué debería salir si ya hacía tanto que nuestros caminos no se cruzaban y apenas si sabíamos en qué andaba cada uno. Lo pienso y me doy cuenta de que es porque te ganaste el cariño de todos los que te conocieron y pudieron estar, aunque sea un momento, junto a vos en este camino que es la vida.
Y quedará en mi memoria tu voz, tu imagen y tu sonrisa dibujada en la eternidad, porque ahora sos una estrella más que brilla al lado del Señor. Esperanos, algún día iremos a encontrarnos otra vez.

Mientras tanto aquí, serás inolvidable para muchos de nosotros querido Alberto Eurard. 

Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: ``Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí--dice el Espíritu-- para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos.  Apocalipsis 14:13

viernes, 15 de enero de 2016

Cuestiones financieras

"20.000 Palabras", mi primer libro de producción independiente se financió de la siguiente manera:

16%    Venta anticipada
31%    Préstamo de un amigo (Andrés querido!!! aún no te lo he devuelto! pero lo haré!)
16%    Con el dinero de la venta de una colección de vinilos muy preciada para mi (snif....)
11%    Con el dinero de la venta de una colección de cd's muy preciada para mi (buaaa!!!)
26%    Con efectivo de mi sueldo.


Se viene el segundo libro, ya tengo una idea de cuánto puede costar, pero honestamente no estoy seguro de como voy a poder financiarlo.

Dios dirá.

martes, 29 de diciembre de 2015

Lo mejor de la historia


"Porque lo más delicioso de la historia es concebirla, irla redondeando, dándole vueltas
y revueltas, de manera que a la hora de sentarse a escribirla ya no le interesa a uno mucho, o
al menos a mí no me interesa mucho; la idea que le da vueltas."

Gabriel García Márquez

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Introspección


Me suelo preguntar si un espíritu abatido es capaz de crear,  la respuesta es invariablemente contradictoria.