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miércoles, 30 de abril de 2014

Carta a los chicos de la Fundación PESCAR


A los queridos chicos de PESCAR:

Sueña grandes sueños

Cuando yo era un adolescente, cayó en mis manos un pequeño libro llamado "Sueña grandes sueños", en el mismo recuerdo que el autor del libro contaba que el presidente de Coca Cola en los primeros años de la empresa declaró lo siguiente:

“Haremos que todo el mundo pueda conseguir una botella de Coca-Cola a precio ínfimo, sin importar dónde esté o cuál sea el costo real”.

¡Eso si que era soñar en grande!. Posteriormente, el autor continuaría el libro preguntando cuál era tu propia visión y te desafiaba a sobrepasar los límites de los sueños hasta llegar a lo más alto que puedas imaginar. Aquel sencillo libro marcó mucho mi vida.

Hace unos cinco años, cuando yo todavía no había llegado a los cuarenta de edad, se despertó en mí el deseo de iniciar una carrera universitaria, algo que postergué en su momento por haberme casado muy joven y haber sido pronto padre de cuatro maravillosos hijos. Pues bien, para el año 2008 mis hijos ya se habían convertido en adolescentes y no requerían de tanta dedicación de mi parte, entonces pude usar un poco más del tiempo para mi mismo. Con el apoyo incondicional de mi esposa y el de mis hijos, me anoté en la universidad para comenzar a cursar la licenciatura en Dirección de Negocios. Hoy estoy a muy pocas materias de recibirme, pero debo decir que mi ambición no era obtener un título, sino demostrarme a mi mismo que podía lograrlo. No era fácil después de tanto tiempo de haber dejado el secundario volver a agarrar libros académicos, pero me demostré que, con mucho esfuerzo y dedicación, era posible alcanzar lo que me había propuesto.

En los primeros años de la universidad surgió otro deseo más: escribir ficciones. En el año 2010 abrí un blog y empecé a compartir mis primeros escritos con algunos lectores que se iban acercando a conocerlo, los mismos se hicieron seguidores y en poco tiempo recibí decenas de miles de visitas de todo el mundo, muchos de los visitantes me dejaron sus comentarios alentándome a seguir escribiendo. Por consejo de una profesora de la universidad, envié una de las historias que había escrito a un concurso internacional. El relato se llamaba “Una oportunidad para Johnny”. Para mi sorpresa, fue elegido segundo entre unos 1500 relatos que participaron. Lo tomé como una confirmación de que debía continuar con lo que tanto me gustaba: escribir. Después de un tiempo de continuar con el blog, pensé que algunas de las historias que había escrito tal vez valdrían la pena de ser reunidas en una edición impresa; amigos y familiares me alentaban a hacerlo, pero para un escritor aficionado y desconocido se trata de una empresa muy difícil. La única manera de publicar era autogestionarse, es decir, pagarme yo mismo la publicación. Verdaderamente, yo tenía pocas posibilidades de lograrlo, un sueldo para mantener un hogar muy grande apenas si alcanzaba para cubrir todas las necesidades y venía acumulando muchos problemas económicos. Aún así, no dejaba de soñar con publicar.

Escribí mi frustración en uno de mis blogs, una entrada llamada “Palabras mágicas” en la que contaba de una forma original y divertida, conversaciones de mi vida con distintas personas que yo creía que me podían ayudar a publicar: parientes de buena posición económica, otros con una pequeña fortuna recientemente heredada, amigos empresarios; todos me preguntaban si yo seguía escribiendo y cuando iba a publicar un libro, pero ninguno se ofrecía a financiarme, ninguno decía las palabras mágicas: “yo te voy a ayudar”.
Hasta que un día apareció alguien, un ex compañero de trabajo con el que sólo compartimos 3 meses, pero él venía leyendo mis relatos en los blogs y según me dijo, quedó conmovido por “Palabras mágicas”. Me escribió un mail en el que me decía que no tenía ninguna fortuna heredada ni le sobraba el dinero, pero que quería apoyarme para que yo pueda publicar, porque él creía que lo que yo escribía valía la pena. No pude contener las lágrimas de emoción mientras leía esas palabras.
Pocos días después nos juntamos y él me prestó una cantidad de dinero para que yo pueda financiar una parte de mi libro. Con eso fui a la editorial y dejé el primer pago para empezar a trabajar en la publicación. Ya puedo confirmar que en los primeros días de noviembre “20.000 Palabras”, título de mi primer libro, estará en la calle. Sé que este libro no será uno que entrará en la historia de la literatura argentina, ni mucho menos, pero como digo en el prólogo, me bastará con que pueda ser compañero en alguna fría tarde solitaria frente al fuego del hogar o simplemente matar las horas muertas de algún viaje. Con eso sólo sentiré que el esfuerzo de haberlo publicado habrá valido la pena. Fue un sueño de años que se convirtió en realidad.

Y este, chicos, es el punto central de lo que les quiero decir, sueñen grandes sueños, aunque parezca que sean imposibles de lograr, anímense a soñar, crean que van a lograr todo lo que se propongan. Sueñen con casarse, tener hijos, comprar una casa y ser felices. Sueñen con completar los estudios, ser profesionales, tener un gran trabajo, o dedicarse a la actividad que amen, sea la música, las artes,  los deportes o lo que sea que más disfruten, pero háganlo con pasión.

Sé que a veces la vida puede tratarnos mal, que el entorno se puede volver áspero en contra nuestro, se los dice alguien que desde muy pequeño tuvo que afrontar el vivir sin un papá, porque en las circunstancias más tristes que se puedan imaginar fue arrancado de mi vida, dejando un vacío que sólo fue llenado años después por Dios y por la llegada de mi esposa y de mis hijos. No dejen que ninguna amargura ni ninguna traba le pongan frenos a sus ambiciones. Todo en la vida puede superarse. En estos días conocí a una persona maravillosa llamada Nick Vujicic, un australiano que nació sin brazos y sin piernas. Aunque siendo niño intentó suicidarse arrojándose a una bañera, no lo hizo porque pensó en el dolor que podía causarle a sus padres. Pero con el tiempo fue descubriendo su propósito en la vida. Hoy es un hombre casado con una hermosa mujer, acaba de ser padre y viaja por todo el mundo inspirando a miles de personas a superarse. Cuando conocí su historia me dí cuenta que yo mismo tendría que avergonzarme antes de decir no puedo hacer algo.

Prácticamente desde que PESCAR inició sus actividades en Palmero que tengo la suerte de ser padrino. Muchos chicos inolvidables han estado conmigo y he tenido el placer y el honor de poder ayudarlos a adquirir algo de conocimiento, con algunos tengo la alegría de seguir en contacto. Me he dado cuenta de que ustedes son chicos únicos y especiales, porque he visto como se esfuerzan, las ganas que ponen en venir a aprender después del colegio, cuando otros preferirían tal vez estar mirando la tele o enchufado en la compu. La sencillez y la calidad de personas que son, los destacan por sobre el resto. Estoy convencido de que  tienen todo el potencial para lograr lo que se propongan.

Queridos chicos, el camino se abre ante ustedes, me recuerdan a cuando yo era adolescente y aquel libro que mencioné al principio cayó en mis manos y me marcó para siempre. Está en cada uno poner metas grandes o pequeñas. Que las suyas sean grandes, tan grandes como el sueño más maravilloso que puedan soñar. Imagínenlo ahora mismo. Con fe y esfuerzo les aseguro que podrán lograrlo.


Sinceramente,
Guille Silva
Octubre 2013


lunes, 21 de abril de 2014

Abril

Recibí la noticia por la radio, estando yo en mi auto estacionado en una calle de mi ciudad. No le había prestado mucha atención a la radio hasta ese momento, es que me encontraba muy entretenido leyendo un libro de Kafka mientras esperaba a mi esposa Adriana a que terminara de dar su clase de Pilates para poder llevarla a casa.
  Lo primero que me sobrevino fue una rara sensación, no podría decir tristeza al punto de las lágrimas, pero sí fue una sensación de pérdida, la pérdida de alguien que admiré mucho pero sin embargo no llegué a conocer personalmente, sino sólo a través de sus obras.
  Lo segundo que vino a mi mente fue una palabra: Abril. Y es que para mí, Abril simboliza al mes más triste del año. Mucho tiempo atrás, cuando yo apenas tenía siete años, mi mamá me daba entre sus brazos la noticia de que mi papá se había ido al cielo, un 30 de abril. Muchos años después, mi madre, víctima de un cruel cáncer partiría también en abril. Hace no mucho, mi querido suegro se marcharía a la otra vida, justamente en el cuarto mes del año.
  En mi biografía publicada en el libro “20.000 Palabras”, menciono a unos pocos escritores como los que me habían influenciado como escritor, por supuesto entre ellos se encontraba García Márquez, pero también allí hago una mención especial a quien hasta entonces era mi principal referente: Ernesto Sabato, quien vaya casualidad murió un 30 de abril.
  Tal vez por esas razones, cuando el locutor de la radio AM daba la noticia del momento, se conjugaron en mi sentir dos palabras que parecieran han ido de la mano toda mi vida: abril y la muerte.
García Márquez ya no está con nosotros físicamente, pero indudablemente seguirá estando por siempre a través de sus inolvidables escritos, entre los que tengo como favoritos a “El coronel no tiene quien le escriba”, “Crónica de una muerte anunciada” y, por supuesto, la inigualable “100 años de soledad”.
  He aprendido y sigo aprendiendo de lo que ha brotado de su pluma única, pero no tengo mucho para decir sobre ello en este momento, sino quisiera rescatar una enseñanza que recientemente encontré en un reportaje que le hicieron hace algunos años. Un periodista le había comentado que un reconocido crítico literario había hecho una lista con los escritores más importantes de la lengua hispana y no lo había incluido a él, a todas luces, una injusticia tremenda. El periodista quiso saber si eso le había molestado a García Márquez, la respuesta fue “He aprendido mucho de los que me llevan la contra, pero por sobre todo algo muy importante: cualquier crítica desfavorable, cualquier reproche, incluso cualquier insulto, duele mucho, pero al día siguiente duele menos, al otro día menos aún y al siguiente uno ya no se acuerda”.
A los 87 años nos dejó Gabo, pienso que no podría haber sido en otro mes sino en Abril.

jueves, 10 de abril de 2014

Te extrañaba



Te extrañaba Diario de mi primer libro, necesitaba escribir nuevamente aquí.

Nunca en mi vida tuve un diario personal, por lo menos en el sentido que se le daba antes de que aparecieran las computadoras. Recuerdo en mis primeros años de secundaria (¡no hace tanto che!) a un amigo llamado Ricardo Pérez, él me había confesado que llevaba un diario personal y en esa oportunidad me contó que había tenido una novia de la cuál se enamoró mucho, aunque la relación duró poco tiempo. El había registrado en su diario los días que pasó con ella, después de un tiempo me dijo que solía volver a las páginas de ese diario para rememorar los que fueron, según él, los momentos más lindos de su vida. Yo le pedí que me mostrara ese diario pero nunca quiso acceder ya que decía que se trataba de algo privado.

En tiempos actuales la vida se ha transformado en algo que se expone a la luz del día. Hemos pasado de tener diarios privados a diarios públicos con el uso de las redes sociales, estamos permanentemente publicando “nuestros estados”, lo que nos pasa y las cosas que sentimos a cada momento. Sin darme cuenta Diario de mi primer libro se transformó en un diario-personal-público. Aquí he contado cosas muy personales, compartiéndolas con mis amigos y mis lectores. Es verdad que en más de una oportunidad  ha sido una válvula de descarga y también un cable a tierra.

Hoy se cumplen exactamente 159 días desde que “20.000 Palabras” salió de la editorial. Voy a contar algunas cosas que no dije hasta ahora. Aquel 2 de noviembre fui a la Editorial a buscar dos cajas grandes y pesadas con los 200 ejemplares de mi primer puñado de hojas de ilusiones. No dejé ninguno para que me los distribuyeran ellos, me los llevé a casa con la secreta esperanza de que terminaran rápidamente en las manos de mis amigos y conocidos. Pues bien, ni tan tan ni muy muy.

Es difícil el camino de un escritor nuevo que se autogestiona, sin apoyo publicitario y sin dinero para invertir. Poder ubicar los libros en otras manos es un trabajo lento, difícil y paciente. Me he encontrado con un montón de cosas que no esperaba en estos días. Las reacciones han sido de lo más dispares. Haciendo un inventario rápido podría decir qué: gente que apenas me conocía me solicitó una cantidad importante de libros para regalarlos entre sus amigos, otros lo estaban esperando como si se tratara de un nuevo libro de Harry Potter, hubo personas que a pesar de sus escasos recursos hicieron un esfuerzo increíble para poder comprarme un ejemplar, familiares que apoyaron mi esfuerzo ofreciendo y poniendo mi libro en manos de otros desconocidos, nuevos amigos de lugares distantes del mundo pagaron costos altos de envío con tal de darme un espaldarazo, también se manifestaron públicamente recomendando el libro. He recibido llamados y mensajes de personas ignotas diciéndome que a partir de ahora se habían convertido en mis admiradores y seguidores. ¡Cómo no agradecer todo eso!

Por supuesto, también hubo algunas cosas negativas, aunque en mucha menor medida. Algunos que se comprometieron al principio y después desaparecieron como si un tornado los hubiese tomado. Personas cercanas que han mantenido un silencio indiferente que ha sido hiriente para mi. Soy muy autocrítico, lo que hace que la mayoría de las veces piense en que pude haber ofendido a alguien, en que tal vez yo mismo no esté a la altura de lo que esperan de mi, o quizás me interpreten mal. También es verdad que suelo pensar, creyendo en similitudes, en aquella historia de José y su túnica de colores. Admito con franqueza: suelo andar con el corazón triste por estas situaciones.
Pero hay algo importante, desde el primer día me prometí a mi mismo que no guardaría enojo ni rencor con absolutamente nadie, aunque me critiquen o me ignoren. Recuerdo que me dije: cero enojos. Por lo que desde que he iniciado el camino me siento libre de rencores, sólo pienso en las cosas buenas que han pasado hasta ahora, que por suerte son muchas y superan infinitamente a aquellas pequeñas negativas.

Cuando me propuse escribir y publicar, imaginé un camino por el cuál iba a transitar, ahora que lo estoy andando me doy cuenta que debo valorar lo que obtengo, que nada es sencillo, que el esfuerzo debe ser aún mayor que el más grande, que los amigos pueden un día estar y al otro desaparecer, que otros pueden llegar en forma inesperada y quedarse siempre a tu lado. Han pasado un puñado de días, algunas cosas salieron muy bien y otras que pensé que había a alcanzar no llegaron aún, de todas maneras a tener paciencia y seguir trabajando.

Te extraña querido diario, a ti y a los amigos que me diste.