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jueves, 1 de septiembre de 2016

In memoriam: Alberto Eurard

Serás inolvidable para muchos de nosotros querido Alberto.
Este es uno de esos momentos en el que a uno lo abrigan un sinfín de sensaciones. La partida de alguien con el que compartimos algún momento de nuestras vidas siempre nos deja la sensación de vacío y de que irremediablemente algo en nosotros también se muere. Porque en definitiva, ese es el destino inevitable de todos: el de que algún día tendremos que dejar este mundo terrenal.
Pero también me abraza la esperanza. Porque vos Alberto, allá hace tiempo, conociste el camino del Señor y decidiste servirlo durante toda tu vida. Vi tu faceta de obrero aprobado hace tiempo, y aunque no te conocí en tu lado pastoral, puedo ver que tu obra dejó una huella, por lo que no tengo ninguna duda que hiciste bien lo que Dios te mandó.
Qué decir del recuerdo que me enternece.Te conocí en aquellos tiempos cuando eras un creyente firme en la iglesia de mi barrio y yo daba mis primeros pasos como recién convertido. Nos hicimos amigos rápidamente, porque de distintas maneras los dos ayudábamos en la obra. Me detengo, revuelvo en las arenas del tiempo y me viene tu imagen ¡Siempre sonreías! Y mirá vos, que ahora cuando me pongo a revisar tus últimas fotos encuentro que siempre mantuviste la sonrisa.
Fueron muchas las cosas compartidas en aquellos años, ahora lejanos y pintados de gris nostalgia en mi memoria. Me acuerdo que, aparte de esforzarte en la obra, también tenías tu responsabilidad dándole tus horas semanales al trabajo de manejar un transporte. Y me sorprendió varias veces encontrarte un sábado a la noche en un cumple de 15 o casamiento, porque yo hacía mis horas extras filmando y vos como mozo contratado, ya que los dos teníamos una familia grande que atender y un solo trabajo no alcanzaba para parar la olla.
Conocí en el mismo tiempo a tu maravillosa familia: a Zulema tu compañera, a tus hijos Diego, Patricia y Ezequiel, con el que últimamente nos vimos un poquito más. Me doy cuenta que diste buenos frutos Alberto, porque también tuviste la bendición de ver crecer a tus nietos. Ojalá sientan pronto el consuelo divino.
Y ahora, ante esta noticia de tu partida, esa lágrima que quiere asomar en mis ojos busca una explicación, y me pregunta por qué debería salir si ya hacía tanto que nuestros caminos no se cruzaban y apenas si sabíamos en qué andaba cada uno. Lo pienso y me doy cuenta de que es porque te ganaste el cariño de todos los que te conocieron y pudieron estar, aunque sea un momento, junto a vos en este camino que es la vida.
Y quedará en mi memoria tu voz, tu imagen y tu sonrisa dibujada en la eternidad, porque ahora sos una estrella más que brilla al lado del Señor. Esperanos, algún día iremos a encontrarnos otra vez.

Mientras tanto aquí, serás inolvidable para muchos de nosotros querido Alberto Eurard. 

Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: ``Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor. Sí--dice el Espíritu-- para que descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos.  Apocalipsis 14:13