Buenos Aires, 7 de julio de 2011. He salido a caminar por las calles de la capital de mi país, pasando por en el corazón mismo de la ciudad: el obelisco. A pocos metros de él se encuentra una foto gigante de quien ha sido mi principal inspiración en el arte de la escritura: Ernesto Sábato. Se trata de una tela gigante que cuelga desde uno de los tantos edificios de esta ciudad cosmopolita. Aprovecho el momento y me tomo una fotografía. Hace poco que don Ernesto ya no está con nosotros pero su presencia sigue acompañándome a través de su obra que me habla día a día.
Busco en mi bolso y saco su libro "El escritor y sus fantasmas", siento que ese libro fue dedicado para mi, lo cual es cierto ya que en el prólogo Sábato dice:
"¿Para quién escribo este libro?...para muchachos, que, como yo en mi tiempo, luchan por encontrarse por saber si de verdad son escritores o no, para ayudarlos a responderse qué es eso de la ficción y como se elabora."
Esos "fantasmas" que de alguna manera acompañaban a Sábato en sus cavilaciones, hoy también me acompañan a mi en mi búsqueda de encontrarme como escritor.