Hay algunos
momentos que compartí contigo Germán, que están frescos en mi mente y he
decidido escribirlos para que no se me vayan, también para que algún otro que
te conoció sepa un poquito más de como eras.
Recuerdo las
veces que viniste a mi casa, varios años atrás, junto con otros buenos amigos
como Enrique y Juan, para compartir de la Biblia y charlar juntos sobre que
podíamos hacer para crecer en las cosas de Dios. Mates, risas y buenos
momentos.
Me viene a la
memoria aquel día del 2006, en pleno mundial, cuando te arrimaste a la radio FM
Luz, donde hacíamos el programa La Ruta con los chicos Bustamante's y contaste
tu testimonio, de la manera en que Dios te habia rescatado de la cárcel y de
las drogas para empezar una nueva vida, de cómo, ya estando libre, ibas a las
cárceles a llevarles un poco de luz a tantas personas que se equivocaron en la
vida pero aún así necesitaban de alguien que les diga que existe un camino
distinto. Y te admiré…tal vez porque yo nunca hice cosas como esas…tal vez
porque no sabría como encararlas, por ese ambiente tan distinto que vos
conociste. Eras un verdadero milagro de conversión, un ejemplo de alguien
rescatado de una vida difícil.
También recuerdo,
ahora sí, muy distante, aquella vez que entré a la iglesia Roca de la Eternidad, vos estabas coordinando
la reunión, muy pibe, nuevito, en cambio yo ya tenía varios años de recorrido
cristiano. Al terminar la reunión me dijiste que no podías creer que vos
estabas delante de la congregación hablándo y de repente al verme a mi pensaste
que no eras quien para predicarme por lo que me reconocías como creyente. Me
asombró tu humildad, y también te admiré.
Ahora pienso en el
cuento que escribí y publiqué en 20.000 Palabras, llamado "La extraña
experiencia de Germán" tuvo mucho de inspiración en varios aspectos de tu
vida, y ni siquiera te enteraste que tu nombre estaba en un cuento mío y que tu
imagen se me pasó por la cabeza cuando lo escribí. Y ese cuento tiene un final
trágico, como lo tuvo tu vida, pero lo escribí varios años atrás sin saber que terminaría
siendo algo así como una premonición
Busco en mi mente
la última vez que nos encontramos, hace unos cuatro meses, en el supermercado
chino del barrio y me contabas que estabas tratando de acomodarte con el
trabajo, que te costaba, me contabas de tu hija, de que tenías una pareja y que
no habías dejado de congregarte…te vi bien, con luchas, como todos, pero nada grave,
por eso ni sospeché la terrible decisión que ibas a tomar. Y me quedo pensando
que habrá pasado por tu cabeza para creer que no había más esperanza, que no
valía la pena seguir adelante, que tal vez te olvidaste de ese Alguien que
siempre estuvo a tu lado. No lo puedo entender, no me lo puedo explicar y me
duele en el alma. Hallo consuelo, sí, el Señor siempre aparece si lo llamo,
pero también pienso que podríamos (podría yo) haber hecho algo para evitarlo y
eso vuelve a doler. Pienso que ahora puedo hacer algo por alguien que pase una
situación así… y tal vez también por eso escribo, para decirle que pida ayuda,
que existe una salida, que no tome la peor decisión.
Porque vos,
Germán, cuando estuviste por esta tierra ayudaste a muchos y le hablaste de
Dios a otros para rescatarlos. Me quedo con eso Germán, del milagro que había
sido tu vida y de lo que diste, me queda el recuerdo de tu sonrisa única que ya
no está.
En tu memoria.
En tu memoria.