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jueves, 10 de abril de 2014

Te extrañaba



Te extrañaba Diario de mi primer libro, necesitaba escribir nuevamente aquí.

Nunca en mi vida tuve un diario personal, por lo menos en el sentido que se le daba antes de que aparecieran las computadoras. Recuerdo en mis primeros años de secundaria (¡no hace tanto che!) a un amigo llamado Ricardo Pérez, él me había confesado que llevaba un diario personal y en esa oportunidad me contó que había tenido una novia de la cuál se enamoró mucho, aunque la relación duró poco tiempo. El había registrado en su diario los días que pasó con ella, después de un tiempo me dijo que solía volver a las páginas de ese diario para rememorar los que fueron, según él, los momentos más lindos de su vida. Yo le pedí que me mostrara ese diario pero nunca quiso acceder ya que decía que se trataba de algo privado.

En tiempos actuales la vida se ha transformado en algo que se expone a la luz del día. Hemos pasado de tener diarios privados a diarios públicos con el uso de las redes sociales, estamos permanentemente publicando “nuestros estados”, lo que nos pasa y las cosas que sentimos a cada momento. Sin darme cuenta Diario de mi primer libro se transformó en un diario-personal-público. Aquí he contado cosas muy personales, compartiéndolas con mis amigos y mis lectores. Es verdad que en más de una oportunidad  ha sido una válvula de descarga y también un cable a tierra.

Hoy se cumplen exactamente 159 días desde que “20.000 Palabras” salió de la editorial. Voy a contar algunas cosas que no dije hasta ahora. Aquel 2 de noviembre fui a la Editorial a buscar dos cajas grandes y pesadas con los 200 ejemplares de mi primer puñado de hojas de ilusiones. No dejé ninguno para que me los distribuyeran ellos, me los llevé a casa con la secreta esperanza de que terminaran rápidamente en las manos de mis amigos y conocidos. Pues bien, ni tan tan ni muy muy.

Es difícil el camino de un escritor nuevo que se autogestiona, sin apoyo publicitario y sin dinero para invertir. Poder ubicar los libros en otras manos es un trabajo lento, difícil y paciente. Me he encontrado con un montón de cosas que no esperaba en estos días. Las reacciones han sido de lo más dispares. Haciendo un inventario rápido podría decir qué: gente que apenas me conocía me solicitó una cantidad importante de libros para regalarlos entre sus amigos, otros lo estaban esperando como si se tratara de un nuevo libro de Harry Potter, hubo personas que a pesar de sus escasos recursos hicieron un esfuerzo increíble para poder comprarme un ejemplar, familiares que apoyaron mi esfuerzo ofreciendo y poniendo mi libro en manos de otros desconocidos, nuevos amigos de lugares distantes del mundo pagaron costos altos de envío con tal de darme un espaldarazo, también se manifestaron públicamente recomendando el libro. He recibido llamados y mensajes de personas ignotas diciéndome que a partir de ahora se habían convertido en mis admiradores y seguidores. ¡Cómo no agradecer todo eso!

Por supuesto, también hubo algunas cosas negativas, aunque en mucha menor medida. Algunos que se comprometieron al principio y después desaparecieron como si un tornado los hubiese tomado. Personas cercanas que han mantenido un silencio indiferente que ha sido hiriente para mi. Soy muy autocrítico, lo que hace que la mayoría de las veces piense en que pude haber ofendido a alguien, en que tal vez yo mismo no esté a la altura de lo que esperan de mi, o quizás me interpreten mal. También es verdad que suelo pensar, creyendo en similitudes, en aquella historia de José y su túnica de colores. Admito con franqueza: suelo andar con el corazón triste por estas situaciones.
Pero hay algo importante, desde el primer día me prometí a mi mismo que no guardaría enojo ni rencor con absolutamente nadie, aunque me critiquen o me ignoren. Recuerdo que me dije: cero enojos. Por lo que desde que he iniciado el camino me siento libre de rencores, sólo pienso en las cosas buenas que han pasado hasta ahora, que por suerte son muchas y superan infinitamente a aquellas pequeñas negativas.

Cuando me propuse escribir y publicar, imaginé un camino por el cuál iba a transitar, ahora que lo estoy andando me doy cuenta que debo valorar lo que obtengo, que nada es sencillo, que el esfuerzo debe ser aún mayor que el más grande, que los amigos pueden un día estar y al otro desaparecer, que otros pueden llegar en forma inesperada y quedarse siempre a tu lado. Han pasado un puñado de días, algunas cosas salieron muy bien y otras que pensé que había a alcanzar no llegaron aún, de todas maneras a tener paciencia y seguir trabajando.

Te extraña querido diario, a ti y a los amigos que me diste.

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