Te
extrañaba Diario de mi primer libro, necesitaba escribir nuevamente aquí.
Nunca
en mi vida tuve un diario personal, por lo menos en el sentido que se le daba
antes de que aparecieran las computadoras. Recuerdo en mis primeros años de
secundaria (¡no hace tanto che!) a un amigo llamado Ricardo Pérez, él me había
confesado que llevaba un diario personal y en esa oportunidad me contó que había
tenido una novia de la cuál se enamoró mucho, aunque la relación duró poco
tiempo. El había registrado en su diario los días que pasó con ella, después de
un tiempo me dijo que solía volver a las páginas de ese diario para rememorar
los que fueron, según él, los momentos más lindos de su vida. Yo le pedí que me
mostrara ese diario pero nunca quiso acceder ya que decía que se trataba de
algo privado.
En
tiempos actuales la vida se ha transformado en algo que se expone a la luz del
día. Hemos pasado de tener diarios privados a diarios públicos con el uso de
las redes sociales, estamos permanentemente publicando “nuestros estados”, lo
que nos pasa y las cosas que sentimos a cada momento. Sin darme cuenta Diario
de mi primer libro se transformó en un diario-personal-público. Aquí he contado
cosas muy personales, compartiéndolas con mis amigos y mis lectores. Es verdad
que en más de una oportunidad ha sido una
válvula de descarga y también un cable a tierra.
Hoy
se cumplen exactamente 159 días desde que “20.000 Palabras” salió de la editorial. Voy a
contar algunas cosas que no dije hasta ahora. Aquel 2 de noviembre fui a la
Editorial a buscar dos cajas grandes y pesadas con los 200 ejemplares de mi
primer puñado de hojas de ilusiones. No dejé ninguno para que me los
distribuyeran ellos, me los llevé a casa con la secreta esperanza de que terminaran
rápidamente en las manos de mis amigos y conocidos. Pues bien, ni tan tan ni
muy muy.
Es
difícil el camino de un escritor nuevo que se autogestiona, sin apoyo publicitario y sin dinero
para invertir. Poder ubicar los libros en otras manos es un trabajo lento, difícil
y paciente. Me he encontrado con un montón de cosas que no esperaba en estos días.
Las reacciones han sido de lo más dispares. Haciendo un inventario rápido podría
decir qué: gente que apenas me conocía me solicitó una cantidad importante de
libros para regalarlos entre sus amigos, otros lo estaban esperando como si se
tratara de un nuevo libro de Harry Potter, hubo personas que a pesar de sus
escasos recursos hicieron un esfuerzo increíble para poder comprarme un
ejemplar, familiares que apoyaron mi esfuerzo ofreciendo y poniendo mi libro en
manos de otros desconocidos, nuevos amigos de lugares distantes del mundo
pagaron costos altos de envío con tal de darme un espaldarazo, también se
manifestaron públicamente recomendando el libro. He recibido llamados y mensajes
de personas ignotas diciéndome que a partir de ahora se habían convertido en
mis admiradores y seguidores. ¡Cómo no agradecer todo eso!
Por
supuesto, también hubo algunas cosas negativas, aunque en mucha menor medida. Algunos
que se comprometieron al principio y después desaparecieron como si un tornado
los hubiese tomado. Personas cercanas que han mantenido un silencio indiferente
que ha sido hiriente para mi. Soy muy autocrítico, lo que hace que la mayoría
de las veces piense en que pude haber ofendido a alguien, en que tal vez yo
mismo no esté a la altura de lo que esperan de mi, o quizás me interpreten mal.
También es verdad que suelo pensar, creyendo en similitudes, en aquella
historia de José y su túnica de colores. Admito con franqueza: suelo andar con
el corazón triste por estas situaciones.
Pero
hay algo importante, desde el primer día me prometí a mi mismo que no guardaría
enojo ni rencor con absolutamente nadie, aunque me critiquen o me ignoren. Recuerdo
que me dije: cero enojos. Por lo que desde que he iniciado el camino me siento
libre de rencores, sólo pienso en las cosas buenas que han pasado hasta ahora,
que por suerte son muchas y superan infinitamente a aquellas pequeñas
negativas.
Cuando
me propuse escribir y publicar, imaginé un camino por el cuál iba a transitar,
ahora que lo estoy andando me doy cuenta que debo valorar lo que obtengo, que
nada es sencillo, que el esfuerzo debe ser aún mayor que el más grande, que los
amigos pueden un día estar y al otro desaparecer, que otros pueden llegar en
forma inesperada y quedarse siempre a tu lado. Han pasado un puñado de días, algunas
cosas salieron muy bien y otras que pensé que había a alcanzar no llegaron aún,
de todas maneras a tener paciencia y seguir trabajando.
Te
extraña querido diario, a ti y a los amigos que me diste.
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