Vuelve
a repetirse, en el mismo campo donde lo imposible se hace posible. Por ahí una
tercera vez me esté indicando algo, o tal vez es sólo mi subconsciente manifestando
alguna inquietud que aquel que se hace llamar yo no reconoce. Porque esa es la
realidad, que en ella misma yo nunca lo pensé ni formó jamás parte de mis
anhelos. Pero verlo nuevamente y conversar con él, ese Nobel colombiano, esta
vez se presentó ya como muy anciano y me mencionó un nombre de una mujer que
ahora no puedo recordar. Y lo ví en un edificio como si fuera un hogar para
gente mayor, esperando un fax dijo, tal vez de esa mujer de la que me habló.
Y
en el lugar de la noche veo un estante, allí un libro desconocido que me llama,
camino esperando para tomarlo creyendo que me va a gustar, pero inmediatamente
observo el título: “Fuenteovejuna”, ese ejemplar termina en mis manos. Al
regresar de la noche, con el día y la vida real por delante, me pregunto por qué
ese libro, sí jamás había escuchado de él, ni siquiera sabía que era un libro. Tuve
que buscar en Google para enterarme que se trataba de una obra de teatro
escrita por Lope de Vega.
Podría
decir que todo viene de tantas inquietudes acumuladas, de propia presión puesta
por ponerme una vara demasiado alta, pero factible. No lo sé, tendré que
decodificar los mensajes si es que los hay en todo esto.
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